¿Adoración a Queen? Así sería la religión “queenera”

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Los fans de Queen han “elevado a los altares” a Freddie Mercury y sus chicos, consagrándolos como auténticas deidades del rock. No se han atrevido sin embargo a consagrar una religión en torno a la banda y sus milagros musicales, algo que resultaría más que estrafalario. No obstante, trazando un divertido (y respetuoso) paralelismo con las principales religiones, abordamos esta idea en A Queen Of Magic.

Queen se ha consagrado como una de las bandas más importantes de la historia, no solo del rock, si no de la música en general, con mucha más repercusión e influencia de la que pareció tener la formación durante toda su carrera con Freddie Mercury al frente.

La fascinación por sus discos, canciones y actuaciones en vivo ha creado una cierta aura de leyenda alrededor del cuarteto y su líder, que aún pervive en el imaginario colectivo. ¿Ello hasta el extremo de propiciar una religión sobre la banda y sus milagros?

Afortunadamente no (que yo sepa)… Sin embargo, esta perturbadora idea, sumado al repaso histórico que sobre Queen hace a diario esta web, me ha llevado a trazar un cierto paralelismo -con el debido respeto- entre la banda y algunas religiones (principalmente el Cristianismo),  que ha concluido con los siguientes hitos:

Una doble natividad

Los hipotéticos feligreses de una religión “queenera” celebrarían dos nacimientos. Uno sería el de la propia banda, acaecido en 1971 con la incorporación final de John Deacon al cuarteto. Y la del genial Freddie Mercury, un 5 de septiembre. Ciertamente, el nacimiento del mítico frontman ya es un acontecimiento que llena de posts cada año la red social “X” (antes Twitter). Además motiva una gran fiesta de aniversario en Montreux, Suiza.

Freddie Mercury Statue Montreux Made In Heaven

Obra y milagros

No serían otros que los discos y singles que la banda publicó a lo largo de toda su trayectoria, con especial veneración de sus números uno. En particular, la religión profesaría especial adoración por Bohemian Rhapsody, —la que para muchos es la mejor canción de la historia—; y por la propia voz de Freddie Mercury, sin parangón alguno todavía hoy.

El principal milagro atribuible a Queen sería haber puesto banda sonora a la vida de millones de personas de distintas generaciones que la consideran la mejor formación de la historia, manteniendo vivo su legado más de 30 años después de la muerte de su líder.

Las peregrinaciones a los conciertos

Aquí la comunidad “queenera” rememoraría las multitudinarias congregaciones que propició la banda para “escuchar su mensaje musical”. Hablamos de los grandes y míticos conciertos del Madison Square Garden (1977), Live in Rio (1985), Live Aid (1985) o del “Magic Tour” en Wembley y Budapest (1986). Adoctrinamiento rockero del bueno.

Pasión y muerte

Hablaríamos de la pasión en esta hipotética religión cuando recordásemos el sufrimiento de Freddie Mercury al sobrellevar en silencio su enfermedad y consecuente declive físico, soportando además los ataques de la prensa amarillista de la época (sobre todo después de su muerte). El 24 de noviembre se conmemoraría (-se conmemora de hecho-) el adiós del cantante de Zanzíbar, víctima de una bronconeumonía derivada del SIDA. Un herida que no deja de doler.

La inmortalidad

La inmortalidad lograda a través de sus canciones, un legado para presentes y futuras generaciones. Ese sería el gran regalo de Queen y Freddie Mercury para la Humanidad. La mejor música posible interpretada por un artista único. Y es que, como siempre decimos, nadie muere mientras es recordado.

Alabado sea Queen y el genio Mercury.

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